3.1. INSTRUMENTAL
DE ACCESO A LA CAVIDAD
Los elementos empleados para facilitar el acceso a la cavidad
al instrumental quirúrgico en cirugía laparoscópica
se pueden clasificar en:
A. Instrumental para realizar el neumoperitoneo
B. Instrumental de acceso a la cavidad
A. Instrumental para realizar el neumoperitoneo
Existen dos procedimientos empleados habitualmente para iniciar
la insuflación de CO2: la “técnica cerrada”
requiere la punción del abdomen con una aguja a través
de la cual se inicia la insuflación, y posteriormente la
introducción ciega de un trócar de 10 mm, para continuar
la insuflación e introducir el laparoscopio. Una de las agujas
más empleadas para ello es la aguja de Veress,
que posee un sistema retráctil que protege el bisel de la
aguja para que no lesione órganos intraabdominales una vez
que está en el interior.
El otro procedimiento, más seguro, es la “técnica
abierta”, en la que el abordaje se efectúa a través
de una mini-laparotomía infraumbilical por la que se introduce
un trócar de Hasson. Estos trócares
se diferencian por dos características: 1. Son romos, para
que su entrada sea inocua, y 2. Incorporan en su vaina un elemento
de fijación a la pared, que puede ser un globo, un cono con
“salientes” laterales donde enrollar los puntos, o en
ocasiones un cilindro de gomaespuma (Fig.5A).
Estos elementos, igual que el resto del instrumental de cirugía
laparoscópica, pueden ser metálicos (reutilizables)
o desechables (generalmente de materiales plásticos).
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Figura 5A: Trócar de Hasson
reutilizable de Aesculap SA.
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B. Instrumental de acceso a la cavidad
La óptica y el instrumental de trabajo se introducen en la
cavidad a través de vainas cilíndricas que se colocan
en la pared mediante trócares punzantes que van introducidos
en su interior. Al conjunto de vaina y trócar también
se le llama “trócar” por extensión. Estos
elementos han evolucionado de forma importante en el relativamente
poco tiempo que tiene de desarrollo la laparoscopia terapéutica,
y hoy en día se puede encontrar una gran variedad en el mercado.
Los trócares que se emplean para laparoscopia con neumoperitoneo
(los utilizados con más frecuencia, se excluyen los empleados
en toracoscopia y los de laparoscopia sin gas) incorporan sistemas
valvulares que impiden la salida del gas. En ocasiones, para introducir
instrumentos de menor calibre que el diámetro del trócar
se requiere además de la colocación previa de elementos
reductores de diámetro, también para evitar fugas
de gas (Figs. 5B y 5C).
Los trócares metálicos tienen la gran ventaja de ser
reutilizables. El inconveniente que se les suele atribuir es que
no disponen de un “mecanismo de seguridad” para su introducción,
ya que la punta punzante no es retráctil, como ocurre con
la mayoría de los trócares desechables. Este argumento
se debilita sensiblemente si se tiene en cuenta que la introducción
de estos trócares, una vez creado el neumoperitoneo, se realiza
siempre bajo visión directa, y por tanto asegurando que su
entrada no lesiona estructuras intraabdominales.
El diámetro de los trócares varía entre 3 mm
(mini-laparoscopia) y 3 cm dependiendo de sus diversas aplicaciones.
En cirugía abdominal se suelen emplear trócares de
5, 10 y 12 mm, con posibilidad de introducir instrumental de 5 mm
también por los trócares de diámetro superior.
Su longitud es también variable, ya que además del
tamaño estándar (20-22 cm) existen trócares
más cortos (cirugía pediátrica, toracoscopia…)
y también más largos (cirugía laparoscópica
en pacientes obesos).
Además de los trócares metálicos o reutilizables
y los desechables o de plástico, existen en la actualidad
trócares mixtos, con partes desechables y partes reutilizables.
Se pretende así aprovechar las ventajas del material desechable
abaratando su coste.
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Figura 5B: Trócares reutilizables
de varios tamaños.
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Figura 5C: Trócares
desechables de varias marcas. |
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