powered by FreeFind



DISCUSIÓN

La esófagocardiomiotomía laparoscópica para el tratamiento de la acalasia está desplazando rápidamente a las técnicas abiertas. Al igual que otras intervenciones laparoscópicas, requiere de un adiestramiento que inevitablemente conducirá a una curva de aprendizaje en cuanto a resultados obtenidos. Es por tanto necesaria una experiencia previa en cirugía abierta de la acalasia, así como en cirugía laparoscópica, para la realización de esta técnica quirúrgica.

El diagnóstico, así como la indicación quirúrgica, deben de ser correctos siendo fundamental descartar la pseudoacalasia1-4.

Las alternativas terapéuticas de la acalasia ya han sido expuestas en la introducción, aunque incidiendo en este asunto, insistimos en los siguientes datos: en primer lugar, el tratamiento farmacológico con antagonistas del calcio y nitratos de acción prolongado tienen una eficacia muy variable (0–75%) siendo el alivio de los síntomas temporal y frecuente la aparición de efectos secundarios como la hipotensión. Su utilización sólo estaría indicada en pacientes en los que esté contraindicada la dilatación y el tratamiento quirúrgico13. Las dilataciones neumáticas, con una efectividad promedio del 80%, requieren en muchas ocasiones (15–40%) la repetición de la sesión por ser su efecto temporal en estos casos; además es una técnica no exenta de complicaciones con tasas de perforación entre el 0–21 %, una mortalidad entre el 0.2 y el 1%, y una tasa de RGE superior al de la cirugía entre el 23- 35%13-14.

La inyección intraesfinteriana de toxina botulínica tiene una eficacia del 60-85%, y aunque apenas tiene efectos secundarios. Las tasas de recidiva son muy precoces y muy frecuentes, siendo del 50% a lo largo del primer año, lo que junto a su elevado precio limita su uso, estando sobre todo indicada en pacientes de alto riesgo quirúrgico y con corta expectativa de vida13-14.

La técnica más eficaz es la quirúrgica; nuestros resultados (84.78% de pacientes sin síntomas), al igual que los indicados en la literatura 1-12 , con eficacias entre el 85-90%, avalan a esta técnica aunque estudios de coste-beneficio publicados muestren a la esófago-cardio-miotomía laparoscópica como una técnica más cara que la dilatación neumática.

La mortalidad de la cirugía en distintas series es inferior al 1%1-12 y en nuestra serie no hemos tenido ningún caso de fallecimiento por la técnica. Las perforaciones acontecidas en nuestra serie fueron reparadas todas en la misma cirugía sin fístulas postoperatorias y en cuatro de ellas existía un megaesófago mayor de 5 cms como causa principal. Ninguna de estas perforaciones está relacionada con la utilización del cauterio, pues la sección se realiza con tijeras. La experiencia progresiva ha permitido ir resolviendo estas perforaciones sin necesidad de reconvertir la técnica. Aunque es un dato variable en la bibliografía (0–15%)1-14, el elevado número de perforaciones en nuestra serie (13%) debe estar en relación con el elevado número de cirujanos (7) que han intervenido a estos pacientes.

Por otro lado, el porcentaje de pacientes con reflujo postoperatorio (16% con reflujo leve, controlado con omeprazol y antiácidos) es similar a lo publicado por otros autores1-12. La realización de una hemifunduplicatura tipo D´or, aunque controvertida en la literatura en cuanto a los datos de reflujo gastroesofágico postoperatorio, sirve para proteger la zona intervenida y en nuestra serie ha permitido obtener unos resultados clínicos muy aceptables.

En cuanto a la longitud de la esófagocardiomiotomía, ésta se debe prolongar unos 8 centímetros hasta llegar a las fibras oblicuas gástricas, de la misma forma que se hace en la técnica abierta, para evitar recidiva sintomática. La única recidiva/persistencia clínica que tenemos en nuestra serie posiblemente se deba a la sección incompleta de dichas fibras en la primera intervención.

Respecto a la complicación intraoperatoria más seria, la perforación mucosa, puede ser suturada de forma segura durante la laparoscopia sin precisar reconversión de la técnica, aunque para nosotros, en la primeras fase de la serie, era un motivo de reconversión del abordaje a cirugía abierta.

El seguimiento de estos pacientes es principalmente clínico. La realización y frecuencia de panendoscopias orales en el postoperatorio es también controvertida, aunque estamos de acuerdo con la realización de las mismas al menos cada dos años desde la intervención.



P·gina desarrollada por Grupo Quator/Edicorp. Webmaster:[email protected]