powered by FreeFind



Cuando, iniciándose la década de los 90, empezamos a poner en práctica procedimientos laparoscópicos en nuestro hospital, la ausencia de infraestructura para realizar este abordaje nos obligó a aprender a marchas forzadas nociones básicas del funcionamiento del equipamiento necesario, y muchas veces a improvisar elementos para poder realizar las intervenciones. La opinión más extendida ante este fenómeno era entonces que tal esfuerzo no tenía sentido porque la cirugía abierta tradicional era segura y eficaz.

Nadie podía suponer en dicha época que el desarrollo de la cirugía mínimamente invasiva llegaría a ser el que ha sido. Muchos cirujanos han tenido que aprender nuevos conceptos relacionados con el nuevo abordaje y, sobre todo, han tenido que aprender a manejarse en los nuevos quirófanos y con el nuevo instrumental. Otros han preferido dejar pasar el tren laparoscópico. La incorporación a la laparoscopia ha supuesto para muchos profesionales un importante esfuerzo de entrenamiento y de formación.

Vivimos en una época en que la tecnología se desarrolla a una velocidad vertiginosa y el progreso es aceptado rápidamente por el mercado y por la sociedad, pero no tan rápidamente por la comunidad quirúrgica. Sin embargo, como profesionales de la salud, somos responsables de la aplicación de tales tecnologías. Esto nos coloca en una compleja situación, en la que debemos estar informados continuamente de los avances, para evaluar su aplicación en el medio en que trabajamos y las posibles ventajas e inconvenientes que pueden desprenderse de ella para nuestros pacientes.

Apenas han pasado quince años desde el inicio de la “revolución mínimamente invasiva” en la cirugía actual, y ya hay muchos grupos que han dado un paso más. La cirugía laparoscópica “presencial” tiene inconvenientes:

  • Los instrumentos tienen ejes de movimiento limitado, que restringe el grado de movilidad del cirujano
  • No se puede percibir la profundidad con los sistemas de imagen bidimensional
  • El campo que se percibe en el monitor es virtual y la limitación de percepción sensorial por el cirujano provoca falta de seguridad y destreza
  • Los humanos tienen un excelente juicio y adaptabilidad. Además se comunican bien y tienen una buena coordinación visual. Pero existen tareas en las que una máquina funciona mejor.

La cirugía robótica proporciona al cirujano una sensación más natural y ergonómica durante la intervención. Los robots no se fatigan ni relajan su atención, pueden diseñarse para trabajar en campos demasiado pequeños para manos humanas y sin ningún temblor, pueden realizar tareas de alta precisión, pueden ser esterilizados y son inmunes a las radiaciones ionizantes. Además están diseñados para colaborar con el cirujano, no para reemplazarle. Uno de sus mayores inconvenientes es el coste, pero a largo plazo, los avances tecnológicos como este sin duda redundarán en disminución de la morbimortalidad y del tiempo de hospitalización de las intervenciones mayores, en disminución del número de complicaciones quirúrgicas, y permitirán tratar patologías que hoy en día se consideran intratables.

A pesar de las exigentes normas de seguridad establecidas para los robots quirúrgicos -sobre todo en lo referente a seguridad eléctrica y esterilidad-, tanto para el paciente como para el personal del quirófano, ya han sido comercializados varios modelos y diversos grupos están trabajando en el tratamiento quirúrgico de numerosas patologías. Los primeros robots introducidos han sido el “Zeus Robotic Surgical System” (Computer Motion, Santa Bárbara, California, US) para procedimientos microquirúrgicos mínimamente invasivos, y el “Da Vinci Surgical System” (Intuitive Surgical Inc., Mountain View, California, US), que permite a un cirujano realizar una colecistectomía o una intervención antirreflujo laparoscópicas sentado ante una consola con un ordenador y un monitor de video. El “Robodoc” (Integrated Surgical Systems, Sacramento, California, US) se diseñó para colocación de prótesis de cadera controlando mediante ordenador la adaptación de la prótesis al paciente.

El futuro de la cirugía no ha hecho más que empezar. El capítulo de Equipamiento e Instrumental cambia más deprisa de lo que permiten las actualizaciones de las publicaciones, pero sin duda asistiremos a muchos cambios en la configuración de los quirófanos y en la forma de realizar nuestro trabajo en los años venideros.

Se está produciendo una nueva revolución científica que ha dado en llamarse “Edad de la Biointeligencia”. No se pueden cerrar los ojos a las nuevas tecnologías como si se tratara de fantasía o ciencia ficción: es preciso comprender sus bases científicas y su potencial clínico para poder juzgarlas de forma crítica y objetiva.

E. Ortiz Oshiro
Editora de SECLAEndosurgery



P·gina desarrollada por Grupo Quator/Edicorp. Webmaster:[email protected]