Diseminación linfática del ADCE
La diseminación linfática del ADCE se produce fundamentalmente hacia los territorios pélvicos. El territorio de diseminación es frecuentemente el de la arteria iliaca externa y el de la fosa obturatriz. Menos común es la diseminación hacia la arteria iliaca común e iliaca interna. Desde el punto de vista anatómico, el drenaje linfático de los tumores localizados en el tercio superior del cuerpo uterino se realiza por los plexos uteroováricos y por ello puede afectar también a los ganglios paraaórticos.
Antiguos trabajos del GOG (Grupo Oncológico Ginecológico Americano) (4), indican que la afectación ganglionar aparece en el 11% de los ADCE. Dicha afectación es solamente pélvica en 51% de los casos, es pélvica y paraaórtica el 31%, y sólo paraaórtica en el 17% de los casos. Además, estos estudios encontraron una serie de factores que favorecían la diseminación ganglionar en este tipo de tumores: la invasión mayor del 50% del espesor del miometrio y la pobre diferenciación (G3) del tumor. Estos hallazgos, permitieron diferenciar a los ADCE en dos grandes grupos: los de alto riesgo, caracterizados por presentar tumores con invasión miometrial mayor del 50% o ser pobremente diferenciados, y los de bajo riesgo. A esta clasificación se le añadió posteriormente otro factor más: el tipo histológico no endometrioide, de peor pronóstico y con mayor tendencia a diseminar por vía linfática. Datos de la Unidad de Oncología Ginecológica del Hospital Clínico San Carlos, reflejan que la afectación ganglionar en los tipos histológicos no-endometrioides es del 27%, frente al 7% de los endometrioides. Al grupo de alto riesgo se añadió recientemente otro nuevo factor, el tamaño tumoral > 2 cm (5). De esta manera, se considera que el ADCE es de alto riesgo cuando aparece uno o más de los siguientes factores: invasión miometrial > 50%, ser pobremente diferenciado (G3), pertenecer al tipo histológico no-endometriode y tener > 2 cm. Según los datos del Hospital Clínico San Carlos, la afectación ganglionar en los tipos de alto riesgo ocurre casi en el 20% de los casos, mientras que no llega al 4% en los de bajo riesgo. Estos hallazgos han sido evidenciados por varios autores, y por ello se ha planteado que los más beneficiados en realizar una linfadenectomía serían aquellos que presentaran características de alto riesgo, mientras que la relación beneficio/riesgo no sería adecuada para los de bajo riesgo en los que la morbilidad sería mucho mayor que el beneficio.