ELEMENTOS DIFERENCIALES DEL ABORDAJE ENDOSCOPICO
Las peculiaridades de la cirugía endoscópica se extienden
a todos los elementos que intervienen en el acto quirúrgico:
el campo quirúrgico y el quirófano, el cirujano y el
paciente.
1. El campo quirúrgico y el quirófano.
La necesidad de realizar un neumoperitoneo con dióxido de
carbono provoca consecuencias fisiopatológicas que implican
un riesgo mayor o menor para el paciente, dependiendo del nivel
de presión intraabdominal utilizado, del tiempo de exposición
y del estado de salud previo. Por otra parte, el campo quirúrgico
en el abordaje endoscópico está en una pantalla de
TV, lo que supone un cambio importante con respecto al abordaje
abierto tradicional. Además, la cirugía endoscópica
requiere conocimientos técnicos específicos sobre
los aparatos y el instrumental.
2. El cirujano.
El cirujano que decide empezar a realizar procedimientos endoscópicos
tiene que "volver a aprender" cómo traducir la
información que le proporcionan sus sentidos (vista, tacto)
y la forma de obtener tal información. Tiene que cambiar
la manera de realizar sus movimientos, y algunas tareas sencillas
(como hacer nudos) pueden llegar a resultarle tan difíciles
que algunos cirujanos intentan evitar el anudado intracavitario,
mediante la aplicación de diferentes artilugios mecánicos
o mediante el anudado externo.
3. El paciente.
Cuando un paciente acepta el abordaje endoscópico, espera
obtener los beneficios que se derivan del mismo, pero tiene que
saber también que hay ciertas posibles complicaciones que
en muchos casos no tendría que asumir si optara por el abordaje
abierto. La información que se proporciona a los pacientes
en estos casos es extremadamente importante. Además, el cirujano
siempre debe informar de la posible conversión a cirugía
abierta durante la intervención, aunque el procedimiento
parezca simple y rutinario (1).
De todo lo antedicho se deduce que la práctica de la cirugía
endoscópica requiere de un período de adiestramiento
que comprende aprendizaje teórico, entrenamiento práctico
y formación clínica, ayudando a un cirujano experto
o formando parte de un equipo.
Sin embargo en nuestro país (como en muchos otros) existe
desde el principio un desequilibrio importante entre el número
de procedimientos laparoscópicos realizados (publicados o
comunicados en reuniones y congresos) y el número de cursos
de formación existentes. Veamos un ejemplo: en 1992, se comunicó
la realización de 1.747 colecistectomías laparoscópicas
en el Congreso y en la Reunión de la Asociación Española
de Cirujanos (este número probablemente es inferior al real).
En el mismo año solo cinco cursos de formación fueron
impartidos en cuatro ciudades españolas (Badajoz, Barcelona,
Málaga y Madrid); todos ellos de 3 a 6 días de duración
y solo cuatro de ellos incluyendo sesiones prácticas (1).
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