INTRODUCCIÓN
Sin lugar a dudas, la cirugía de invasión mínima ha constituido una revolución, así como un cambio radical del abordaje de las cavidades abdominal y torácica y de regiones anatómicas con espacios cerrados como cabeza y cuello y articulaciones.
Las técnicas quirúrgicas han sufrido modificaciones muy importantes y en especial la pérdida de la capacidad táctil, lo que trajo como consecuencia la necesidad de implementar tecnología que de alguna manera substituya esta parte esencial de la cirugía tradicional.
En el campo de la cirugía general, la laparoscopia fue utilizada fundamentalmente para diagnostico, ocasionalmente etapificación de enfermedades malignas así como toma de muestra para cultivos y biopsias, sin embargo los ginecólogos encontraron sus mayores beneficios logrando un desarrollo terapéutico importante, incluso practicando apendicectomías tanto profilácticas como terapéuticas muchos años antes que los cirujanos generales. La utilización de la laparoscopia en cirugía general para la colecistectomía constituyó el motor para un desarrollo tecnológico impresionante especialmente por los excelentes resultados clínicos obtenidos desde el inicio con dicha técnica. La demanda creciente por parte de los pacientes, (hecho inexistente en la historia de la cirugía) en la que el enfermo solicita una técnica determinada al cirujano, unido a la necesidad de entrenar a un número muy grande de cirujanos en todo el mundo, especialmente en los países desarrollados, obligó a que se impartiesen cursos en forma rápida, de solo 2 días de duración. Estos entrenamientos tan cortos fueron validados por la familiaridad de los cirujanos con esta técnica quirúrgica por el método tradicional, por la posibilidad de selección de pacientes de acuerdo a la patología sospechada así como por la posibilidad de resolución de la coledocolitiasis por vía endoscópica (colangiopancreatografía retrograda CPRE) pre o post operatoria.
La parte teórica de los cursos incluía fundamentalmente el funcionamiento del equipo e instrumental, aplicación del neumoperitoneo, colocación de los puertos de trabajo, el uso de los distintos tipos de energía y una mínima practica en el laboratorio que consistía en la mayoría de ellos en la extirpación de la vesícula biliar de un animal de experimentación (generalmente el cerdo).
Las regulaciones en cada país en cuanto a quienes deberían impartir los cursos, quienes tomarlos, el número de los mismos para considerarse capacitado y quienes debían otorgar la dirección tutelar durante las primeras cirugías, variaron en cada uno de ellos, incluso emergieron reglas para los hospitales considerando varios aspectos, entre ellos contar con un mínimo de equipamiento que garantizara la seguridad del paciente, incluyendo los equipos de anestesia que tendrían que contar con capnógrafos y oxímetros como mínimo de seguridad necesario para poder aprobarse los programas de cirugía laparoscópica.
En el año 1991 en los Estados Unidos de Norteamérica (1) surgió el concepto de acreditación y credencialización; para obtenerse era necesario que el cirujano estuviese familiarizado con la técnica abierta, tomar un curso completo que incluyese la teoría, experiencia con animales vivos seguida de asistencia a la sala de operaciones, o transmisión de cirugía en vivo, y finalmente ayudar o realizar la cirugía bajo la tutela de un experto reconocido.
La limitante principal al inicio de la cirugía laparoscópica sin lugar a dudas fueron los pocos conocimientos así como la falta de habilidades con las técnicas endoscópicas: las suturas excepcionalmente eran usadas, los pocos instrumentos disponibles eran difíciles de manejar, por lo que los cursos estaban fundamentalmente dirigidos a familiarizarse con el manejo de los distintos tipos de electrocirugía así como el uso del equipo mismo, las grapas para el control de vasos y del conducto cístico, y finalmente la extracción de la vesícula biliar. La utilización de cajas de entrenamiento fue incorporada con el objeto de facilitar el adiestramiento y desarrollo de destrezas.