INTRODUCCIÓN
Las hernias hiatales se pueden clasificar en tres grandes grupos: hernias hiatales tipo I o por deslizamiento, las de tipo II o paraesofágicas y las hernias hiatales tipo III o mixtas, que dependiendo del contenido herniario (colon, omento mayor, bazo, etc.) formarían un cuarto grupo en la clasificación1.
La hernia hiatal tipo I o por deslizamiento es la más frecuente; en este tipo se presenta un desplazamiento de la unión gastroesofágica al tórax, no existiendo un verdadero saco peritoneal. Se asocia a reflujo gastroesofágico y tanto su orientación diagnóstica como terapéutica se enfocan al mismo.
En la hernia hiatal tipo II o paraesofágica, la unión gastroesofágica está en posición intraabdominal mientras el fundus migra al lado del esófago al mediastino. La hernia tipo III o mixta, posee los dos componentes y tanto la unión gastroesofágica como parte del estómago migran al mediastino. Los tipos II y III ocurren en menos del 5% de todas las hernias hiatales.
La diferencia de presiones entre tórax y abdomen junto a la laxitud de la membrana frenoesofágica origina el aumento de volumen de estas hernias que se acompaña del deslizamiento gástrico y formación de una volvulación mesentéricoaxial, con más frecuencia por la fijación de la arteria coronario estomáquica.
Clásicamente estas hernias se han tratado por laparotomía o bien por toracotomía, pero los resultados de diversas series han permitido demostrar que la vía laparoscópica además de factible y segura ofrece una excelente opción terapéutica con unos resultados a corto plazo excelentes. Sin embargo, se ha demostrado una elevada incidencia de recidivas que obliga a ser cautos en la indicación quirúrgica ante hernia de tipo III asintomáticas2.
En este estudio aportamos nuestra experiencia de 39 casos en el tratamiento de hernias mixtas por vía laparoscópica y una evaluación radiológica postoperatoria tardía con los resultados obtenidos.