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La cirugía laparoscópica, contra lo que puede pensar un profano y algunos profesionales sanitarios, se ha desarrollado en España en mayor medida en hospitales no muy importantes, no necesariamente muy avanzados y sin una tecnología muy puntera. Hospitales de tamaño medio o incluso pequeños han potenciado esta cirugía mínimamente invasiva que, día a día, está cobrando una mayor fuerza y que lo hará aún más en el futuro.

Precisamente por eso, los cirujanos españoles estamos en condiciones idóneas no sólo para extender esta técnica en nuestro país sino que, contra algunas opiniones, la cirugía laparoscópica tiene las mismas indicaciones y es incluso más útil en los países en desarrollo que en los denominados del primer mundo, donde las opciones terapéuticas son más amplias. Algunas experiencias así lo avalan.

Ya en 1990, el Departamento de Cirugía de la Universidad de Málaga empezó a impartir cursos de cirugía laparoscópica, cuyas primeras ediciones iban dirigidas a cirujanos de los países escandinavos por solicitud de nuestro buen amigo el Dr. Arvisson, por aquel entonces secretario de la Asociación de Cirugía Laparoscópica de Suecia.

La rápida difusión de estas técnicas nos animó a trasladar esta experiencia a los países en desarrollo, en los que, desde nuestro punto de vista, podían ser especialmente útiles. Sin embargo, a priori se planteaban determinados condicionamientos que podían hacer fracasar la idea.

El principal problema era la falta de colaboración entre las grandes multinacionales productoras del material quirúrgico y los servicios de Cirugía, sinergia fundamental en los países del llamado primer mundo. Esta falta de colaboración se debe a varios factores:

  1. Los servicios públicos de salud de dichos países, en caso de existir, no tienen medios económicos para la adquisición de la tecnología.
  2. Las firmas comerciales tampoco tienen demasiado entusiasmo en promover la distribución de su instrumental. Muchas de ellas ni siquiera lo hacen directamente, recayendo esta labor en pequeñas empresas locales que a su vez representan a múltiples marcas.

A estos factores se suma el hecho de que los cirujanos de los servicios públicos de estos países no disponen, generalmente, de medios para asistir a los distintos congresos o cursos de entrenamiento en cirugía laparoscópica. Además, las patologías predominantes en estos países no parecían, en principio, beneficiarse de las técnicas laparoscópicas.

Aun así, por invitación expresa del Ministerio de Asuntos Exteriores español organizamos un equipo de cirugía laparoscópica en el Hospital Mohamed V de Tánger (Marruecos) en el año 1993. Posteriormente, y en colaboración con la Fundación Huelin, repetimos la experiencia en un pequeño hospital de la Iglesia Católica en San Juan de Pasto (Colombia). La experiencia colombiana no pudo ampliarse posteriormente por la inestable situación política del país, que desaconsejó nuevas campañas, aunque durante el mes que allí trabajamos ya existía una guerra declarada entre el gobierno y la guerrilla justamente en nuestra zona (El Putumayo).
Nunca fuimos molestados; siempre se nos trató con enorme cariño por ambas partes.

Hace tres años trasladamos nuestra experiencia a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Allí desarrollamos nuestra labor en un gran suburbio conocido como el Plan 3000, que se creó a partir de las grandes inundaciones del río Piraí. En este suburbio, de 250.000 personas, no existe ningún soporte sanitario publico; tan solo un denominado Micro Hospital de 20 camas dirigido por una comunidad religiosa.

Gracias al apoyo de la Fundación Hombres Nuevos, creada por el obispo español Nicolás Castellanos (Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional), que desarrolla su trabajo en dicho suburbio, empezamos nuestro programa de cirugía laparoscópica. El último año ampliamos nuestra área de trabajo al Hospital San Martín de Porres, en plena selva amazónica. Como en los dos países anteriores, el objetivo es:

  1. Dotar al hospital en cuestión del instrumental necesario para la realización de este tipo de cirugía, especialmente instrumental reutilizable.
  2. Enseñar a los cirujanos locales las distintas técnicas laparoscópicas, con el fin de que exista una continuidad entre campaña y campaña.

El número de pacientes que se han beneficiado de distintas técnicas laparoscópicas en las sucesivas campañas ha sido de 192. ¿Cuáles han sido los resultados? Nosotros no hemos tenido que lamentar ninguna muerte. En Colombia, de cuarenta y siete enfermos operados hubo que convertir el procedimiento a cirugía abierta en dos casos: el primero por múltiples adherencias peritoneales, presumiblemente secundarias a una tuberculosis. La segunda conversión se produjo ante la imposibilidad de crear un neumoperitoneo con la aguja de Verres (no disponíamos de trocar de Hasson). En Santa Cruz, el número de conversiones ha sido de un 10% debido a que muchos enfermos operados de colecistitis presentaban abscesos subfrénicos; en el resto se trataba, casi siempre, de vesículas escleroatróficas, tras muchos años de padecimiento de la enfermedad. En un caso tuvimos una sección del colédoco, que se identificó en el acto operatorio siendo necesaria la laparotomía. La enferma evolucionó sin complicaciones. Tuvimos también un importante hemoperitoneo a consecuencia de un clip mal colocado.

Para Asbun (1), la cirugía laparoscópica en Bolivia y Nicaragua es una cirugía de alto riesgo debido a que los enfermos llegan en malas condiciones. El índice de colelitiasis en los tres países es extraordinariamente elevado. En los Andes se considera como una enfermedad endémica, apareciendo sus primeros síntomas ya en la segunda década de la vida.

Así, la laparoscopia diagnóstica adquiere gran importancia en este medio ya que no contamos con otras pruebas complementarias. No existe radiología y el laboratorio es muy elemental. En cuanto al aprendizaje de los cirujanos locales, los resultados han sido excelentes. Los cirujanos marroquíes siguieron practicando la técnica, y actualmente tienen una gran experiencia, especialmente en el campo de la medicina privada. Los cirujanos colombianos, en los cuatro meses siguientes a nuestra campaña, habían operado 24 enfermos, sin mortalidad. En Santa Cruz los resultados han sido similares.

El rendimiento del instrumental ha sido satisfactorio. Solamente después de tres años ha sido necesario reponer una pinza de portaclips que se rompió en el transcurso de su limpieza.

En definitiva, las experiencias realizadas hasta el momento avalan la tesis de que la cirugía laparoscópica está especialmente indicada y es, incluso, más útil en países en desarrollo, donde las opciones terapéuticas son menores. Por todo ello, desde la SECLA tenemos que apoyar iniciativas como las expuestas, que tratan de apoyar la formación de médicos de estos países sobre el propio terreno.

1.-Asbun H.J., Berguer R., Altamirano R., Castellanos H.: Sucessfully establishing laparoscopic surgery programs in developing countries. Clinical results and learned. Surg. Endos. 1966 10 1000-1003



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