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LOS COMIENZOS: SIGLO XIX

La introducción de la endoscopia en la práctica quirúrgica es uno de los acontecimientos de mayor trascendencia en la historia de la medicina. Se puede situar el comienzo de la endoscopia moderna en el año 1806, cuando P. Bozzini en Frankfurt (Alemania) empleó por primera vez un instrumento, el “Lichtleiter”, que consistía en un espejo de refracción, una vela y un catéter uretral de doble luz, para visualizar la vejiga urinaria en casos de litiasis y neoplasias. En 1865, Desormeaux adaptó una rejilla de chimenea, una lámpara de queroseno y un espejo para poder ver la vejiga urinaria, el cérvix uterino y el útero. La primera fuente de luz interna fue descubierta por el odontólogo Bruck, en 1867, al examinar la boca utilizando calor eléctrico a través de un cable de platino como fuente de luz. Este artilugio mejoró de forma considerable el problema de la iluminación, pero elevó el riesgo de quemaduras en los tejidos examinados, por lo que el mismo Bruck ideó una camisa de agua para enfriar el cable de platino. No fue hasta después del descubrimiento de la luz incandescente por Edison en 1880, que el endoscopio se tornó práctico1. En 1881, Mikulicz, un cirujano de Viena, llevó a cabo con éxito la primera esofagoscopia2.
En 1883, Deroche inventó el cistoscopio incandescente. En 1897, Nitze, en Berlín, desarrolló un cistoscopio operatorio que contenía un sistema de lentes prismáticos y un canal a través del cual se podía insertar una sonda ureteral1.
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