Hacia el año 1983, hace ya unos 20 años, comencé a trabajar en el campo de los sistemas de asistencia circulatoria. En aquella época el dispositivo más avanzado que había en el mercado era un corazón artificial denominado Jarvik 7. El Prof. Diego Figuera consiguió uno para la Clínica Puerta de Hierro y allí realizó algunas implantaciones del dispositivo. Allí tuve la oportunidad de ver el aparato y la consola que lo gobernaba.
Cuál no sería mi sorpresa cuando, en el XXXI Congreso de la Sociedad Europea de Órganos Artificiales, celebrado en Varsovia a primeros de octubre de este año, el Dr. El Banayosy, que dirige un programa de asistencia circulatoria en Bad Oynhausen (Alemania), presentó una serie de pacientes tratados en su hospital con un corazón artificial total denominado Cardiowest. En las fotos aparecían los pacientes con las mismas consolas que yo había visto 20 años antes en la Clínica Puerta de Hierro y lo más sorprendente era que los resultados de Bad Oynhausen eran muy buenos. Le pregunté entonces qué diferencia había entre el Cardiowest actual y el Jarvik 7 de entonces y su respuesta fue que la única diferencia entre ambos dispositivos era el tamaño.
Como no podía ser de otra manera surgió la pregunta: ¿y entonces, qué hemos avanzado en estos 20 años? La verdad es que El Banayosy no supo realmente que contestar y la realidad es que, al menos en este campo, hemos avanzado muy poco.
En nuestros comienzos, en la década de los 80, siempre comentábamos que para el año 2000 el problema del corazón artificial estaría resuelto, pero el tiempo ha pasado y obviamente no ha sido así.
Los logros tecnológicos de los últimos años, fundamentalmente en el área de la informática y las comunicaciones, pueden habernos dado una falsa idea de avance. Este avance se ha producido claramente en el área del diagnóstico, pero si lo analizamos en profundidad no ha ocurrido con la misma intensidad en el campo del tratamiento.
La cirugía laparoscópica podría considerarse una excepción, aunque, si bien se ha desarrollado en estos últimos años, en realidad no se ha basado en desarrollos nuevos, simplemente se han adaptado técnicas de endoscopia, ya conocidas, para el tratamiento quirúrgico.
La incorporación de los llamados robots, que más propiamente deberían denominarse telemanipuladores, también se debe al desarrollo de la informática y las comunicaciones. Otros problemas como el riñón, el páncreas y el hígado artificial continúan en un estado parecido al que estaban hace 20 años.
¿Hemos avanzado realmente en éste último cuarto de siglo? En mi opinión ese avance ha sido mucho más aparente que real y las esperanzas que pusimos en el año 2000 probablemente eran infundadas.
En cirugía necesitamos probablemente una nueva revolución como la que supusieron la anestesia o el descubrimiento de los antibióticos para conseguir un avance real. Confiemos en que en los próximos años se produzca algún descubrimiento de éstas características para no ver frustradas las esperanzas que todos pusimos en el nuevo siglo.
El Dr. Juan Francisco Del Cañizo es cirujano, profesor asociado del Departamento de Cirugía de la UCM y el investigador responsable del Laboratorio de Circulación Artificial de la Unidad de Medicina y Cirugía Experimental del Hospital Gregorio Marañón
|