Diario Médico, 16 de abril de 2005
La toma de decisiones en la asistencia sanitaria depende
más de los políticos y los gestores que de los profesionales,
que, según el autor, deben aguantar las presiones para sostener
un sistema asistencial de primer nivel sin los medios necesarios.
Lo confieso: soy cirujano. Me apasiona mi profesión y le
dedico más tiempo del que debería. O mejor dicho,
mucho más tiempo del que me remuneran. Este sentimiento,
compartido por muchos, se contrapone al modelo de calidad de vida
de los profesionales que contribuye al declinar de la práctica
quirúrgica. Los políticos hacen propaganda con nosotros
y nuestra profesión, y nos ignoran. Los hombres de negocios
hacen negocios con nuestra profesión; y también nos
ignoran.
Mientras, vemos degradarse nuestro ejercicio y enrarecerse la relación
con los pacientes y sus familias. Nos exigen más, aunque
a cambio nos dan lo mismo e incluso menos. Nos hacen sentir culpables
por no aceptar obedientemente ciertas cosas sobre las que nadie
nos ha preguntado si son convenientes o están indicadas.
Pero seguimos adelante y contribuimos a mantener un sistema sanitario
que con menos de un 7 por ciento del PIB proporciona atención
sanitaria de máxima calidad a toda la población. Hemos
avanzado en trasplantes, cirugía mínimamente invasiva,
tratamiento quirúrgico del cáncer, cirugía
mayor ambulatoria e investigación porque actuamos como profesionales,
aunque nos traten como a empleados.
Agentes externos
Ante el deterioro progresivo, ¿dónde están
nuestros líderes? ¿Quién vela por lo mejor
para nuestros pacientes y para nosotros mismos? La verdad es que
la agenda sanitaria viene determinada por agentes externos. Los
políticos, los hombres de negocios o los medios de comunicación
influyen más que nosotros mismos en la definición
de nuestros objetivos y de los medios para obtenerlos. Indudablemente,
la sociedad, con la que tenemos un contrato, no sólo profesional
sino ético, no escucha nuestra voz. Ha disminuido nuestra
capacidad para hacer llegar el mensaje y nuestros conciudadanos
no saben lo que realmente pretendemos. O lo que es peor, creen saber
algo que es injusto e incierto.
En general, los cirujanos somos vistos como arrogantes, ambiciosos
y vanidosos, más interesados en nuestro prestigio personal
que en el bien de nuestros pacientes. Pero si hay algo que no nos
podemos permitir es ser arrogantes o interesados únicamente
por nuestro propio prestigio, porque estamos sometidos a demandas
sociales muy superiores a las que soporta ningún otro profesional.
Se nos hace responsables de resultados médicos sobre los
que no tenemos ningún control o del cumplimiento de promesas
políticas; se nos exige mantenernos al día y obtener
actualización profesional de por vida. Y no es fácil.
No ya porque no tengamos ayuda institucional, sino porque se nos
ponen numerosos obstáculos en el camino.
Incluso para el más obstinado de los cirujanos -o colegas
médicos-, las barreras al desarrollo profesional, económicas
o sociales, terminan por hacer inviable cualquier deseo de alcanzar
la excelencia. Lamentablemente, lo que se incentiva es la mediocridad
y no la superación. Las consecuencias van a ser cuantificables:
los países occidentales, y el nuestro en particular, se van
a quedar sin cirujanos expertos para atender las necesidades de
la población. Los más aptos y competitivos no querrán
ser cirujanos.
Cuestión de confianza
El problema surge cuando los pacientes tienen que tumbarse en una
mesa de quirófano y dejarse cortar por fríos bisturíes
mantenidos en nuestras manos. Entonces no hay estadística
en la literatura ni información científica suficiente
que pueda salvar el abismo que separa al cirujano de su paciente.
Es la máxima expresión de la incertidumbre de un ser
humano enfermo ante su futuro. En ese instante la confianza del
paciente en un cirujano competente y bien motivado es lo único
que importa.
Esa necesidad de certidumbre es la que los políticos y los
medios de comunicación van minando, no digo que conscientemente,
pero sí consistentemente. Porque la pérdida del control
sobre decisiones esenciales que hemos sufrido en nuestro ejercicio
diario y su asunción por parte de los administradores ha
acabado con la confianza. Continuamente debemos responder: "No
puedo decirle nada, no depende de mí". Pero los pacientes
no confían en los administradores porque son señoras
y caballeros que visten trajes y no están al cargo de sus
vidas. Quieren confiar en quien tienen delante y les dice: "Opérese".
Esta situación nos ha conducido involuntariamente a una utilización
de la información -que no del conocimiento- que nos permite
justificarnos y transferir la responsabilidad al paciente.
Somos los cirujanos, los médicos, los profesionales, los
que debemos responder contundentemente a los que prometen cosas
irrealizables o incluso perjudiciales, a la falta de organización
de la profesión y a la ausencia de incentivación de
la excelencia. Digámoslo en alto: con una financiación
de país en vías de desarrollo no se puede conseguir
una atención sanitaria universal de primera línea
en el octavo país más industrializado del mundo. Digámoslo
en alto: sin profesionales excelentemente formados e incentivados
no podemos hacer progresar el sistema. Digámoslo en alto:
si no conseguimos una masa crítica de inteligencia política
y profesional, nuestro sistema va a hundirse. O lo vamos a hundir.
No me refiero a una determinada organización política
de la atención, sino a un sistema de cuidados basado en la
competencia profesional y en una genuina relación médico-enfermo,
por el que los ciudadanos tengamos garantizados unos cuidados médicos
a la altura del estado del arte en el siglo XXI.
Día
a Día nº 11. Aprendizaje de cirugía laparoscópica.
Día
a Día nº 9. Exploración laparoscópica de
adherencias postquirúrgicas. Rol de la membrana reabsorbible
de carboximetilcelulosa y hialuronato de sodio. Reporte de un caso
y revisión de la literatura.
Día a Día
nº 8. Pseudohermafroditismo masculino.
Día a Día
nº 7. TBC peritoneal en una niña diagnosticada por biopsia
laparascópica.
Día a Día
nº 6. Valor de la fulguración del cuerpo de la costilla
en el tratamiento de la hiperhidrosis del miembro superior.
Día a Día
nº 5. Manipulación laparascópica del cateter de
diálisis peritoneal.
Día a Día
nº 2. Laparascopia diagnóstica en abdomen agudo provocado
por anisakiasis intestinal.
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